Los trastornos de ansiedad aumentan las posibilidades de sufrir otras enfermedades médicas, como los trastornos cardiovasculares, como la obesidad, las enfermedades cardíacas y la diabetes. Más específicamente, el aumento del peso corporal y la grasa abdominal, la presión arterial alta y los mayores niveles de colesterol, triglicéridos y glucosa se han relacionado con la ansiedad.
Aunque todavía no está claro qué causa la alta comorbilidad entre la ansiedad y los malos resultados de salud física, la investigación sugiere que los cambios en la biología subyacente que son característicos de la ansiedad también pueden facilitar la aparición de estos otros resultados de salud física con el tiempo. Por ejemplo, los cambios en las hormonas del estrés, las respuestas autonómicas, así como el aumento de la inflamación sistémica están asociados con trastornos de ansiedad y resultados negativos para la salud. Estos estados fisiológicos compartidos sugieren una biología subyacente compartida y que la ansiedad puede ser una condición de todo el cuerpo.
Los trastornos de ansiedad están asociados con el estrés crónico de la vida. Los factores de estrés impredecibles, implacables e irresolubles estimulan crónicamente el sistema hormonal del estrés y el sistema cardiovascular, y conducen a estados de aumento constante de la actividad. Biológicamente, el cuerpo ha evolucionado para hacer frente a peligros inminentes y concretos en el medio ambiente, en lugar de los continuos estresantes.
En condiciones normales, en las que el estrés crónico es bajo, la exposición a una amenaza repentina activa el sistema nervioso autónomo, es decir, un aumento de los niveles de adrenalina y una respiración más rápida, así como la frecuencia cardíaca acelerada. Estas reacciones a su vez desencadenan la activación de las hormonas del estrés, como el cortisol. Uno de los efectos de estas hormonas del estrés es aumentar los niveles de glucosa en el torrente sanguíneo para responder a la amenaza inminente, de modo que los músculos puedan ser activados para la respuesta de fuga o de lucha. Otro efecto de las hormonas del estrés es la supresión del sistema inmunológico, ya que procesos como la curación y la reparación pueden esperar hasta que la amenaza desaparezca.
Sin embargo, en alguien con un trastorno de ansiedad, donde hay una activación constante de estas respuestas a los factores estresantes cotidianos, el sistema hormonal del estrés pierde su capacidad de controlar la función inmunológica, contribuyendo así a aumentar la inflamación sistémica que aumenta el riesgo de trastornos cardiovasculares e incluso autoinmunes. La neurociencia y la investigación clínica continúan investigando cómo los trastornos de ansiedad aumentan el riesgo individual de desarrollar comorbilidades de salud física con la esperanza de identificar nuevos tratamientos que puedan aliviar el sufrimiento y prevenir el desarrollo de estos trastornos en todo el cuerpo.